Tradició familiar des de 1840:
Can Vives, la Carnisseria Rostisseria de confiança a Calella, ara també online
La garantía de la experiencia también en la web
Conoce nuestra historia
La historia de Can Vives empezó en el año 1840 en la pequeña población de Vallgorguina. Allí, nuestro antepasado, Josep Vives y Messeguer abrió la primera carnicería de la familia. De él no conservamos ninguna fotografía por la sencilla razón de que la fotografía no se inventó hasta varios años más tarde.
El hijo de Josep Vives Messeguer, Josep Vives y Torras continuó el oficio de su padre y fue él quien se trasladó a vivir a Calella después de quedar viudo y con cuatro hijos a la edad de cuarenta años. Aquí, en nuestra población, conoció a la que sería su segunda esposa y madre de su quinto hijo.
Al llegar a nuestra población, Josep Vives abrió la carnicería en el número setenta y siete de la calle de Sant Joan, unas casas más abajo de las que estamos hoy en día.
De los cinco hijos de Josep Vives Torras, hubo más de uno que siguió el oficio de carnicero, pero cada uno por su cuenta. De él somos descendientes todos los Vives de Calella que han sido o todavía son carniceros; los “Vives del Cordero” o nosotros, los de “Can Vives de la Ternera”.
En “Can Vives de la Ternera”, como se nos conocía muchos años atrás, somos descendientes del quinto hijo de Josep Vives, es decir, de Mateu Vives Parès, el pequeño, que nació en Calella.
El hijo de Mateu Vives Parès, Pere Vives Belvert, también siguió el oficio de su padre. Y lo mismo hizo el hijo de Pere Vives, Mateu Vives Auladell. Y los hijos de Mateu Vives Auladell, Nuri Vives Clos y Mateu Vives Clos, que somos los que estamos al frente de la tienda en la actualidad. E incluso, dos hijas de Nuria Vives, Montserrat Gutiérrez y Maria del Mar Gutiérrez trabajan ahora con nosotros. Es decir que si contamos, ¡ya somos siete generaciones!
En la actualidad, ya no sólo vendemos ternera. Hoy en día vendemos todo tipo de carnes, embutidos, quesos y platos cocinados. Somos carniceros, charcuteros y asadores. Nuestro negocio ha crecido, ha evolucionado y ha cambiado adaptándose a lo que nuestra clientela nos ha pedido a lo largo de nuestra larga historia.
Sin embargo, hay dos cosas que han pasado de generación en generación, al hacerlo han crecido cada vez más: el conocimiento del oficio y el sentimiento de gratitud con nuestra población, de la que nos sentimos miembros reconocidos y queridos.